miércoles

La política de la discrepancia radical

La política de la discrepancia radical
La politique de la divergence radicale
The politics of radical discrepancy
Fecha de publicación: 15 décembre 2001
Bosco Parra

Prólogo

1             El  capitalismo  prosigue  su  expansión.   No se  ha  producido   la  crisis  generalizada   e irreversible anunciada por cierto marxismo científico y que operó como supuesto básico y justificación teórica de diversos proyectos socialistas. En ausencia de pronósticos convincentes que aseguren la inminencia del cambio revolucionario, muchos asumen un pragmatismo desalentado que les propone la disminuida meta de competir por el poder estatal de acuerdo a los requerimientos del desarrollo capitalista.

2             Ante esta situación, sin embargo, uno puede reaccionar de distinta manera, planteándose entonces  el  siguiente  problema:  ¿cómo  llevar  a  cabo  una  lucha  anticapitalista  en condiciones de expansión capitalista? Este es el asunto que preocupó a los primeros socialistas, pre-marxistas o utópicos. La similitud entre su situación y la nuestra induce a pensar  que buena parte de sus actitudes puede resultar apropiada  a la coyuntura actual. Hay una que parece primordial: en presencia de un avance del capitalismo y de un Estado indiferente o represivo, aquellos socialistas optaron por la experimentación autónoma e inmediata de formas económicas y sociales de solidaridad y mutualidad. La creación de un orden  propio  les resulta prioritaria, hasta el punto de mostrar una  cierta indiferencia frente a los regímenes políticos dominantes.

3             Esta  radicalidad   anticapitalista,  explicada  por  el  auge  y  no  por  la  declinación   del capitalismo encuentra ahora otra expresión,  la protesta ecologista que, ante la magnitud del daño que provoca la voracidad del sistema sobre la especie y la naturaleza, opta por poner trabas a su desenvolvimiento y a experimentar de inmediato valores alternativos. La similitud de ambos rechazos  autoriza la propuesta de un concepto que englobe a los dos y ayude a pensar el problema político que los afecta por igual.

El concepto de "discrepancia radical"

4             Por "discrepancia radical"  se entiende aquí la caracterización del derroche  capitalista, consecuencia  ineludible  de la búsqueda  de ganancias  ilimitadas, como amenaza  para  la vida de la especie humana y de la naturaleza. En consecuencia: (a) la igualación de "expansión  capitalista" con "riesgo de muerte" levanta una diferencia  ética irreductible con la lógica dominante; y (b) a causa de lo anterior, los discrepantes radicales se encuentran en una situación normal de minoría, especialmente en lo que se refiere a nivel electoral. Entonces: ¿cuál puede ser la política que conceda a esta minoría  una eficacia que vaya más allá de la puramente testimonial?

5             Esta  política consistirá  en  aquello  que  hacen  los  que,  al  sufrir  una  necesidad  vital insatisfecha, trabajan por cuenta propia para suplir su carencia,  desconocen  las normas que  entraban su acción,  organizan  de manera  autónoma su vida y sus labores  y, así, obligan a la sociedad y al Estado renuentes a aceptar una nueva situación.

Las sugerencias de ciertas "tomas"

6             Se trata, por  supuesto, de aquellas  tomas de sitio que han  logrado  de alguna  manera asentarse. Hay relatos periodísticos de las que se han realizado en Santiago en los últimos tiempos (por ejemplo: El Mercurio de 14 de julio de 1999, de 18 de julio de 1999, de 25 de septiembre de 1999 y el programa  "El Mirador", de TVN, del 20 de julio de 1999). Como se adelantó,  lo  que  llama  la  atención  en  estas  experiencias  se  refiere  al  trabajo,  al autogobierno y a la obtención de un arreglo que suspende el conflicto abierto. El término trabajo encuentra aquí dos acepciones.  Primera: la de una labor concreta que produce bienes como casas, instalaciones sanitarias y de recreo, calles, negocios, etc. Segunda, la de  un  "modo  de  acción"  de  la  táctica,  que  "organiza"  el  terreno para  facilitar  el movimiento propio y neutralizar el de las formaciones policiales.

7             El autogobierno se refiere a la regulación autónoma de los trabajos y los días, y se traduce en una  perceptible elevación  de la calidad  técnica de la cotidianeidad. El trabajo por cuenta propia rinde más al adoptar diversas formas de cooperación, y la anomia y desmoralización  del  medio  externo son  reemplazadas  por  una  disciplina  estricta y dignificante. Las formas representativas y directas de democracia se combinan de manera flexible, con una tendencia aparente al predominio  de esta última. En la medida en que los factores anteriores se manifiestan sólidos, el conflicto con la autoridad alcanza lo que se puede llamar un arreglo: de alguna manera, la gente se da un derecho; el "orden" debe reconocer que no era un orden para los marginados y que, ahora sí, y en cosas muy importantes para la vida, ellos tienen uno propio. ¿Cómo calificar esta nueva realidad?

8             Interpretada desde el Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil, de John Locke (1632-1704), la respuesta es obvia: se ha constituido, por  separación  del medio en que se encontraba inserto, un cuerpo político, cuya eficiencia dependerá de la forma en que resuelva sus problemas internos y regule las relaciones de conflicto y cooperación que deberá entablar con el medio estatal del que ahora se distingue.

La separación de un "cuerpo político"

9             ¿Por qué recurrir a un clásico del siglo XVII? Porque  el Segundo Tratado se puede  leer como  una  simple  y  razonable  indicación  del  recurso  instrumental  adecuado  a  la persecución de un propósito ético entorpecido. Se trata de la teoría del conflicto que se produce entre un grupo que trabaja para conservar  su vida en buena forma y una rémora social que perturba su esfuerzo. La separación y la posterior redefinición de las relaciones con el entorno aparecen como la conducta racional del grupo menor perjudicado.

10     En  su  estructura  más  elemental,  este  conflicto  ético  aflora  en  diversos  contextos histórico-sociales. Por eso, rasgos de la separación  lockeana pueden encontrarse tanto en los intentos de los primeros  socialismos como en la espontaneidad de las tomas que se han mencionado.  Por la misma razón puede ayudar a pensar  los problemas  que enfrenta una minoría que busca transformar la sociedad, no porque presuma  haber descubierto el curso necesario de la historia, sino porque decide enfrentar los riesgos de muerte que se le vienen encima.
El discurso lockeano puede sintetizarse en los siguientes aspectos:

11      En primer  lugar, el trabajo para conservar  la vida es la actividad humana  primordial.  El hecho  de nacer  implica el derecho  de extraer de la naturaleza alimentos, bebidas y lo demás necesario para subsistir (sec. 25). La vida se conserva, entonces, por la labor del cuerpo y el trabajo de las manos (sec. 27). Los bienes son producto del trabajo y son antes que nada, en lenguaje contemporáneo, bienes de uso, o sea, aquellos que determinan las posibilidades de vida o muerte (Hinkelammert: 1996, passim). Así se comprende que su fórmula de "propiedad" asocie "vida, libertad y bienes" (secs. 87 y 123). Lo que debe defenderse   es  el  proceso  que  produzca,  simultáneamente, estos tres  valores.  Así,  el proceso que convierte al trabajo para conservar la vida en "la más estimada de todas las actividades humanas", empieza con Locke y culmina con Marx (Arendt 1993: 113).

12      Segundo. Si este trabajo resulta perturbado por una pérdida de calidad ética en el medio social,  surge  la  necesidad  de  que  los  perjudicados  construyan,  mediante  acuerdos positivos, asociaciones separadas y menores, es decir, cuerpos políticos (sec. 128). Esta separación, como se adelantó, se produce por razones de eficacia instrumental, y de tal eficacia conviene destacar, en el contexto de este artículo, dos elementos.

13      De una parte, las ventajas que produce la integración. Los esfuerzos pueden concentrarse en un solo sentido, señalado por el consenso de la mayoría: la nueva entidad actúa como un solo cuerpo (sec. 96). De otra, la importancia de que exista una autoridad para manejar racionalmente los conflictos externos. La teoría de los poderes de Locke presenta una peculiaridad: en el mismo o, quizás, en un más elevado rango que el que se concede al "ejecutivo" y  al  "legislativo",  aparece  en  su  concepción  el  poder  "federativo".  Este consiste (secs. 146 y 147) en la capacidad para efectuar toda clase de "transacciones" con el  exterior:  guerra,  paz,  ligas,  alianzas,  según  provengan  de  allí  circunstancias  de beneficio o daño. Este poder  no está, como el ejecutivo, restringido por leyes positivas, sino que se ejerce de acuerdo a la prudencia y la sabiduría de aquellos a los que ha sido encomendado. La idea lockeana sugiere que el trabajo para la vida adquiere capacidad estratégica, si y sólo si se constituye en cuerpo político y se da un gobierno, debiendo recordarse que cualquier forma de democracia, incluyendo la directa es una forma de gobierno- lo que ningún partido lo es, aunque haya fundado el nuevo cuerpo.

14      Es el momento de tomar en cuenta otra peculiaridad  lockeana. Su "estado de naturaleza" (así se llama, en la época, el medio abandonado),  a diferencia del de Hobbes generado por hombres que se comportan como lobos, etc., es ya un estado social, es decir, un estado inteligible como un programa ético (Goyard-Fabre 1984: 93). El programa debiera ser cumplido,  pero no lo es. La separación  es para  cumplirlo.  Vista así, la separación  lleva consigo la posibilidad, o el deseo, o la esperanza, de reconstituir el todo.

15     En el caso de un Estado de formas democráticas, los derechos que éste enuncia y no conceden,  hacen  perceptibles,  a  un  tiempo,  un  déficit  ético,  la  necesidad  de  una separación  y las condiciones para refundar ese Estado, que no son otras que los sucesivos y acumulables arreglos que impliquen la realización honesta de sus lemas. Lo dicho lleva a considerar la importancia del lenguaje. La enunciación del discurso democrático crea la oportunidad para arreglos democratizadores porque, mientras habla, "el que habla está atrapado en sus palabras" (Maturana 1990: 70). Después, cuando el discurso resulta mentiroso, es ocasión de denunciar la hipocresía y de legitimar las perturbaciones que, como sanción, introduzca el cuerpo menor en las rutinas del mayor.

16   La construcción lockeana se puede entender como un algoritmo para realizar transformaciones: se empieza y se debe empezar con la acción directa, con la realización autónoma de un trabajo de conservación de vida; sigue a ella la construcción de un cuerpo político  separado  que  regula  el  conflicto  mediante  un  principio  "federativo":  sólo entonces puede pensarse en "participar" en las ceremonias estatales y, aun así, de manera cínica1.

Elementos de una política de discrepancia radical

17     Teniendo  en  cuenta  lo  anterior,  un  proceso  de  transformaciones  que  no  puede contemplar la toma revolucionaria del poder estatal debiera recorrer las siguientes fases.

18      Primera. Anclar la política de discrepancia  radical en un trabajo de conservación  de vida. Se ha  aceptado que  la justificación de toda política se encuentra en  la necesidad  de proteger un trabajo. Ahora bien, esta política específica, la de la discrepancia radical, se justifica, sólo puede justificarse, por la existencia de un trabajo discrepante, esto es, de un trabajo concreto que busque conscientemente, de manera  libre, esquivando  hasta donde sea  posible  su  conversión  en  capital variable,  la producción  de  bienes  de  buen  uso. Podemos verificar la existencia actual de dos clases de este trabajo, ambas explicadas por los perjuicios  que el modo de producción  dominante provoca,  ya sea en la fuerza  de trabajo o en la naturaleza o ambiente.

19     Los trabajos para reparar los daños de escasez. Son los que realizan de preferencia la sobrepoblación  relativa,  la  masa  sobrante,  para  satisfacer  por  cuenta  propia  las necesidades naturales que la sociedad ignora. Adoptan la forma de trabajo manual que se organiza, por ejemplo, como "minga". Esta misma clase de trabajo ejecutan, por supuesto, los obreros asalariados con remuneración insuficiente. Así se originaron en Chile en los ochenta las "organizaciones económicas populares" estudiadas por Luis Razeto, y cuyo desarrollo  resultó bloqueado  por  el  abandono  que  de  ellas  hicieron  el  Estado  de  la transición y la Iglesia, apenas la dictadura entregó el gobierno.

20     Los  trabajos  para  reparar el  daño  de  exceso.  El  derroche  capitalista  día  a  día  va destruyendo la naturaleza. El ecologismo activo rechaza ese daño e intenta paliarlo con trabajo físico  directo, que  implica,  primero,   limpiar,  reciclar,  reforestar, reconstruir naturaleza; y a la vez, casi regularmente, mediante la protección corporal no armada de la porción de naturaleza que la expansión capitalista necesita dañar. Uno de los mayores atractivos del movimiento ecologista radica en que su discurso discrepante se pronuncia mediante la realización material de su enunciado: consiste en acción directa. Este se expresa, asimismo, en la disensión cotidiana de las personas y hogares que, de variadas formas, dedican esfuerzos en procurarse comidas y bebidas libres de veneno y evitan consumos innecesarios  de recursos naturales.

21     La existencia real y, hasta ahora, separada de estas dos formas de trabajo sugiere la elaboración del concepto de trabajo autónomo de conservación de vida, para designar el trabajo que persiga, simultáneamente, el suministro inmediato de bienes de uso, su adecuación  en monto y calidad a los requerimientos de la reproducción armónica  de la vida humana y de la naturaleza. Por tanto, las transformaciones culturales, que podrían llegar a ser la base de poder político propio que la discrepancia podría oponer al poder político establecido, constituirían un espacio concreto caracterizado por la valoración del trabajo manual y artesanal y el rechazo ascético del derroche.

22      Simone Weil, ya a principios del siglo XX, oponía al optimismo industrial de capitalistas y soviéticos, la dinámica liberadora del trabajo manual, de la relación no mecánica con el mundo. En cuanto el recurso técnico resulte necesario, el único trabajo que puede dar sentido a  la  vida  es  el  que,  en  el  curso  de  todo su  proceso,  sea  gobernado  por  el pensamiento  metódico  del  ejecutor  directo.  Para  ella,  sólo  el  obrero  "plenamente calificado,  próximo  a la figura  histórica del  artesano, podría  de  verdad  enfrentar la opresión social de los diversos regímenes estatales (Weil 1957: 114-124). En el siglo que se inicia,  el programa  resultaría realizable.  La programación computadorizada de  series cortas abriría, si hubiera voluntad política para ello, perspectivas amplias para una producción  artesanal  moderna,  de  talleres  pequeños  controlados  localmente,  que satisfaciera la demanda de consumidores específicos (Friberg & Hettene 1985: 256). Entre nosotros, Maturana ha propuesto:  "desindustrializar Chile, generar grandes espacios artesanales, rescatar el dominio manual" (en Mendoza 1994: 36-37). Chile puede ser un parque de naturaleza.

23     La  discrepancia  radical  y  las  experiencias  que  la  materializan implican  también un rechazo ascético a la cultura del derroche.  Ascesis significa aquí la decisión consciente de ir buscando lo que resulte necesario para bien vivir, de manera de no demandar excesos intolerables para la justicia social, la vida de la especie y reproducción y equilibro de la naturaleza. Buscar lo necesario y limitarse a ello es un buen consejo que proviene de diversas fuentes.

24      Resulta sugerente que Marx en El Capital recuerde  la Política (I, 8) de Aristóteles. El filósofo griego  opone  el concepto de economía  al de crematística. La economía  es el arte de adquirir lo necesario para vivir una buena vida, y eso necesario tiene límites, cuya determinación corresponde a los responsables  del hogar y del Estado. La crematística o arte de hacer dinero no conoce límites en su despliegue; pero, según se sabe ahora, la naturaleza sí los tiene y el derroche los hace cada día más cercanos. Obedeciendo a la sabiduría que debiera ser común, el "hogar" suele levantarse contra la "polis" sometida a la lógica crematística. La ascesis es uno de los "temas del cinismo" (Rivano 1991:32).

25      La filosofía de Diógenes y la del Eclesiastés tienen un punto de encuentro: ambas buscan "la medida en la satisfacción de nuestras demandas,  de manera  que no se produzca  más de lo necesario consumir y basta para mantenerse". Existe un "producto innecesario": el plusproducto del plustrabajo. La ascesis representa la vieja reivindicación  de no tener que matarse trabajando para poder vivir. El Padre Nuestro nos enseña a pedir el pan que es necesario y suficiente cada día (Raissa Maritain 1961?: 77). Repetir la petición cotidianamente es cosa distinta a acumular sin límites.

Redefinir  el papel  del militante de izquierda

26      Si el trabajo tiene la importancia que se le ha asignado, entonces, hay que dar la palabra a Gramsci y a su concepción sobre el "nuevo intelectual". El militante, el nuevo intelectual sólo puede llegar a ser dirigente si satisface la fórmula "especialista + político" (Gramsci 1974: 392). El "especialista" significa aquí el entendido en cooperativismo, mutualismo, sindicalismo, contabilidad, resistencia, etc. El "político" en cambio, es el que tiene "ojo cínico".  El  ojo cínico  no  se  deja  engañar   por  los  nombres  de  fantasía del  mercado electoral, ve las igualdades reales y trata a todos con igual irrespeto. Si las promesas se cumplen, no se tratará de un regalo, sino del pago del sueldo de Diógenes, que se debe a quien hace la experiencia de la ascesis y el consumo mínimo (Rivano 1991: 36).

27     El  ejercicio en terreno de su especialidad, de sus artes y oficios propios potencia la independencia del militante. Ya no es un simple orador sino un transformador práctico y cuando  habla,  ya no lo hace  sólo para  repetir lo que dicen  más arriba.  En vez de los partidos de antes, asociaciones de militantes, se propone que sean "ligas de apoyo a iniciativas comunitarias". Si no se recrean  radicalmente, las formaciones  revolucionarias no tienen nada que hacer, y sin especialistas, las nuevas experiencias  sociales van a ir a parar a la vulgaridad clientelista.

Constituir comunas ecológico - cooperativas como entidades transformadoras básicas

28      Si por transformación social entendemos la ejecución de trabajos diversos que necesitan, por un lado, homogeneizarse y, por otro, defenderse,  esta transformación requiere  de un "gobierno" propio. Al hablar de "gobierno" se está siguiendo a Buber (1950: 63), el cual entendía las proposiciones de Kropotkin y Proudhon como "acracia", o ausencia de dominación, y no como "anarquía", o ausencia de todo gobierno. El gobierno que requiere el trabajo autónomo de conservación  de vida es la democracia - ojalá directa - practicada en  cualquier  territorio  geográfico  o  espacio  comunicacional  que  permita  a  los discrepantes efectuar deliberaciones ordenadas,  y adoptar decisiones que vinculen a los que participaron en ellas. La denominación de "comuna" señala la voluntad de conectarse con las antiguas tradiciones socialistas y libertarias y evoca la búsqueda de convivencia, comensalidad,  ayuda  mutua.  La  calificación  de  "ecológico-cooperativa"  sirve  para identificar los ámbitos desde  los que, según  se dijo al principio,  pueden  provenir  los grupos pioneros.

29     El aspecto cooperativo, en especial, apunta a que una organización como la comuna, en cuanto potencie el resultado económico del trabajo de autoreproducción de la "población sobrante", va a incidir directamente en la disminución  del grado de sometimiento de la clase  trabajadora al  capital.  Según  Marx  en  El  capital (I:  cap.  25;  sec.  3,  final),  su "dependencia absoluta" se explica por la existencia del ejército de reserva. Esto debiera entenderse en el sentido en que el área crítica del conflicto no se encuentra tanto en la fábrica, como fuera de ella, en la masa redundante, en la desocupación y en la forma como ella  sobrevive.  Ahora  bien,  el  cooperativismo  en  su  sentido  más  amplio  tiende, precisamente, a ser una forma "independiente" de reproducción de la fuerza de trabajo; y, su misma estructura orgánica  puede  llegar  a constituir aquella  cooperación  regular entre ocupados y desocupados que, teniendo a la vista la "ley general de la acumulación capitalista", se convierta en el prerrequisito básico para toda posible eficacia del movimiento obrero. La "precarización" del trabajo es el dato clave del actual proceso de expansión  capitalista. El trabajo de sobrevivencia  de los "precarizados" pasa a ser  un factor de importancia difícil de exagerar: o bien, se convierte en un área social de relativa independencia, o en un elemento adicional de sujeción. Para intentar lo primero  habría que dejar de ver en el esfuerzo propio puras reminiscencias pequeñoburguesas o autoexplotación. En todo caso, si se entiende la política como la continuación del trabajo de conservación  de vida por  los medios  de la integración y la defensa,  resulta lógico esperar que la entidad que realice tal política presente características como las que se exponen seguidamente.

30     Ciudadanía  amplia.  Todo  el  que  trabaja y  se  interese por  los  asuntos  comunes  es ciudadano.  Pero el concepto de amplitud ciudadana  debiera  abarcar  hasta los niños,  y ello, por tres razones.  Primero,  porque  son muchos  los que trabajan para  comer,  y no pocos los que lo que hacen con duro sufrimiento. Enseguida, porque todos ellos sufrirán las perores  consecuencias  de la irresponsabilidad que reina hoy día y por último, por la gran inclinación que tienen para decir, al pan, pan y al vino, vino: si hasta los niños entienden  la  necesidad  de  alguna  operación  desenfadada,  ella  podrá  hacerse  con tranquilidad moral.

31     Determinación del déficit de cargo estatal. La "minga", la cooperación, la ayuda mutua elevan  la  eficiencia  del  trabajo  autónomo.  Pero,  aun  así,  quedarán  necesidades insatisfechas y programas pendientes. La diferencia entre lo que se ha hecho por cuenta propia  y lo que debería  contarse para  lograr  una mejoría  real de la vida constituye el déficit de cargo estatal. Establecer ese monto puede considerarse tarea principal de la comuna, a la que sigue la organización  de las presiones  que se ejercerán  sobre el Estado, desde sus municipios hacia arriba, para obligarlo a pagar. La comuna debiera verse como un agregado de conocimientos contable-presupuestarios y tácticos. Para justificar las presiones,  el trabajo autónomo ya desplegado  serviría  de justo título moral.  Por otra parte, la determinación precisa del déficit permitiría a la comuna llamar a los interesados en poder estatal a presentar "propuestas  públicas" para saldarlo. Quizás pudiera  decirse que  la  comuna  es  la  fuerza  que  hace  imposible  al  capital  y  al  Estado  seguir desentendiéndose de las externalidades positivas que generan los trabajos autónomos de conservación de vida. Pagar lo debido es cosa distinta a conceder beneficios.

32     Empleo  de  la  descentralización,  de  la  gestión  local,  etc.,  sin  confundirlas  con  una verdadera transformación. Se habla  mucho  de  la sociedad  civil. Habrá  que  tener en cuenta esta reserva: "La sociedad civil no debe ser mitologizada. No tiene ni siquiera por qué ser progresista. A decir verdad, la sociedad civil chilena del presente es la misma que derribó a Allende, sólo que su componente izquierdista es ahora mucho más débil, machacado y amedrentado." (Cifuentes 1997: 156). La idea de "comuna" se propone al componente discrepante de la sociedad civil; nace de la historia del "bajo pueblo" y quiere continuarla.

33      Debe continuarla, porque  las condiciones  que afectan a los transformadores sociales de hoy son similares a las que debieron enfrentar los primeros socialistas: necesidades impostergables,  y  un   sistema  estatal  que   las   ignora   y  no   puede   ser   asaltado revolucionariamente. Ese es el cuadro que llevó a Luis Emilio Recabarren a formular su teoría "mancomunal" y de  "socialismo  municipal",  cuya  "pasión  y muerte" analizan Salazar y Pinto (1999: 281 ss). Puede que haya que subrayar en la explicación de su muerte el factor subjetivo, la adecuación al viraje táctico a que empujó el triunfo de la revolución rusa. El eje de la mancomunal, el mejoramiento autónomo e inmediato de la vida por "organizaciones culturales y educativas - cooperativas y mutuales", propias de los momentos de "reflujo", debía ceder el lugar a la organización  leninista de asalto, exigida por la crisis generalizada  del capitalismo y la consiguiente revolución  proletaria (Stalin 1924: 90 ss). Del viraje táctico se pasará a una ideología de desconfianza  a todo lo que no sea estrictamente fabril,  la cual culmina  en la identificación represiva  de todo lo que pueda llamarse genéricamente "autoconstrucción", con la "autoexplotación" de la fuerza de trabajo.

34      Después de  suceder  lo que  sabemos,  hay  que  volver  a dar  la palabra  al Recabarren original, al de, por ejemplo, El balance del siglo .... Su proyecto era el de: (a) un progreso autónomo, que opera b) como "acusación perenne  a la indolencia común y c) como acción proletaria que  empuja  la  acción  de  la  sociedad  (en  Godoy  1971:  299  ss).  Para  una perspectiva como la enunciada, las ventajas de la acción local resultan evidentes: facilidad para conectar a los iguales y posibilidades de acción en el ámbito municipal, pero también deja a la vista la necesidad de enfrentar los poderes centrales.

35     Testimonio,  prohibición  y  participación  desconfiada.  Una  eficacia  no  puramente testimonial supone  un  testimonio previo,  un  ejemplo  concreto. El  trabajo concreto produce,  debe producir,  una vida mejor, perceptible como tal por el común de la gente. Con la solidaridad y la cooperación también se pueden hacer buenos negocios. Pero el ejemplo  y el testimonio no  sólo tienen significación  "privada",  también acusan.  Con relación a los poderes centrales, el trabajo por cuenta propia opera legitimando la acción directa que busca prohibir al Estado la persistencia en errores magnos, los atropellos y destrucciones a que induce el interés mercantil de corto plazo. Los textos menos azucarados  de acción desarmada  no sólo contemplan la no-cooperación y la persuasión. La  "intervención" consiste en el estorbo y hasta en la supresión de las actividades contumaces del poder (Sharp 1973: 357 ss). La "prohibición" por "intervención" puede verse como la coacción popular de la coacción estatal mediante "fuerza civil", que es el empleo del movimiento y la capacidad de trabajo corporales como modos de acción en los encuentros físicos.

36     Para estos efectos, el "hogar" opera como contrapartida y corrección del Estado, para obligarlo a someterse a la "economía" que debiera ser la norma común a ambos. El ámbito doméstico proporciona a la resistencia - prohibición, masa y, en cuanto proveedor de energía  y alimentos, duración.  Las acciones  por  cuenta propia  adquieren envergadura estatal cuando, combinadas, se enfilan a los poderes centrales. Así y todo, no pierden su condición negativa o "abrahámica": son expresión  de una minoría  enérgica  y hábil que, en el mejor de los casos, impide la catástrofe para una mayoría indolente y, en el peor, puede salvar a los suyos. Hay que decir, por último, que la "prohibición por intervención" tiene una cara positiva: la iniciativa popular en asuntos legislativos, la cual el movimiento discrepante debiera intentar realizar, con o sin respaldo de los textos legales.

37   Después de estos trámites plebeyos correspondería estudiar las condiciones de la "participación" tan solicitada por las elites. No podrá sino ser "desconfiada": quienes pueden concursar por las cumbres del poder lo hacen porque ya han aceptado pagar los elevados derechos  de entrada que los empresarios y funcionarios  cobran por ingresar  a dichas   competencias.   No   existen   títulos   pre-adquiridos   para   representar   a   la discrepancia.  La discrepancia  no debiera privarse  del derecho a averiguar  fríamente cuál de los aspirantes ofrece mejores servicios a la acción por cuenta propia. Combinando (nacional  e  internacionalmente) testimonio, prohibición  y  participación desconfiada, puede pensarse en la posibilidad de que mayorías suficientes comprendan las razones que hay para que el mundo cambie de fase.
Enero 2000

BIBLIOGRAFÍA
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NOTAS
1.  La Escuela Cínica fue fundada por Antisthenes (444-367 AC.), discípulo de Sócrates. El ideal de Antisthenes era el dominio de sí mismo y la paz del espíritu, obtenidos mediante un retorno a la sencillez de la naturaleza y el rechazo de las necesidades artificiales. Según Ferrater Mora (1987), el sentido peyorativo  que actualmente acompaña al término  se debe, en gran parte,  al desprecio que tenían los cínicos por las convenciones sociales. El representante más famoso de la escuela es Diógenes. Rivano enumera,  entre  sus temas  principales,  la ascesis,  la libertad,  la vuelta  a la naturaleza, la franqueza  descarnada.  Uno puede ver en la actitud  cínica la dimensión  política del compromiso  franciscano  con los menores,  los pobres y la tierra:  es la cólera máxima del que no quiere matar, pero necesita zamarrear a los dañinos. Afianza esta idea el elogio de Maritain a su amigo Saúl Alinski, organizador de comunidades  populares  y líder antirracista de Chicago, cuyos métodos considera Maritain "tan eficaces como poco ortodoxos" (1966: 41). Esta eficacia era plenamente cínica. Alinski  consideraba  que la formación  del organizador debíaestimular su sentido de la irreverencia y del humor, porque éste es un agente que "provoca, agita, desordena, desacraliza, atropella" (1971: 132 ss).

RESÚMENES
A partir  de la afirmación de que el capitalismo prosigue su expansión, el autor se pregunta cómo llevar a cabo una lucha anticapitalista en esas condiciones. Rescata que éste fue el contexto de los primeros  socialistas, pre-marxistas o utópicos, y que esta radicalidad  anticapitalista se encuentra hoy en la protesta ecologista. Introduce el concepto de "discrepancia radical" con el derroche capitalista,  que amenaza para la vida de la especie humana  y de la naturaleza. Acude el autor en su  tesis  al Segundo  Tratado  sobre  el Gobierno  Civil, de  John  Locke, para  luego  postular  los elementos  políticos de una discrepancia  radical y la necesidad de redefinir  el papel militante de la izquierda.
Partant de l’affirmation que le capitalisme poursuit son expansión, l’auteur s’interroge à savoir comment mener à terme une lutte anticapitaliste dans ces conditions. Il souligne qu’il s’agit là du contexte   des   premiers   socialistes,   pre-marxistes  ou   utopiques,   et   que   cette   radicalité anticapitaliste se trouve aujourd’hui au cœur de la protestation écologiste. Il introduit le concept de « divergence radicale » face au gaspillage capitaliste,  qui menace la vie de l’espèce humaine et celle  de  la  nature.  L’auteur  fait référence pour  défendre  sa  thèse  au  Second  Traité  sur  le Gouvernement Civil de John Locke, pour ensuite exposer les éléments  politiques de la divergence radicale et la nécessité de redéfinir  le rôle militant de la gauche.
From the claim that capitalism continues to expand, the author  discusses how to conduct an anti- capitalist struggle in those conditions. He rescues that this was the context of the first socialist or utopian pre-Marxist and anti-capitalist radicalism that is now in the environmental protestors. It introduces the concept of "radical disagreement" with capitalist waste, which threatens the life of mankind and nature. The author refers to the thesis of John Locke ‘s Second Treatise on Civil Government,  to  then  apply  the  political  elements  of a radical  discrepancy  and  the  need  to redefine the militant role of the left.

ÍNDICE
Palabras claves:  política, discrepancia  radical, capitalismo, anticapitalism, Locke
Keywords: politics, radical discrepancy, capitalism, anticapiralism
Mots-clés: politique, divergence radicale, capitalisme