Bosco Parra, Diciembre 2016
1. Situación de daño y sujeto político
Daño es, aquí, el perjuicio moral y biológico que sufre el ser humano a causa de la agresividad competitiva y de las perturbaciones ambientales que desata una cultura centrada en la obtención voraz de la máxima ganancia.
El daño es una situación de la que no escapa nadie. Tampoco las clases en pugna. La lucha de éstas puede llevar al hundimiento de la sociedad entera, si la de los explotados no discierne entre el trabajo que merece ser hecho y el que le asigna la relación de producción que produce veneno.
Mientras, podemos calificar de sujeto político a cualquier individuo de la especie humana que decida actuar de inmediato contra el daño. (1)
La inmediatez distingue a este sujeto político del “ciudadano”: el ciudadano debe esperar la mediación del Estado para actuar, lo que supone demora. Su utilidad y la de sus representantes se manifiestan cuando operan como portavoces del sujeto político en lucha.
2. La gravedad del daño
¿Por qué la inmediatez? Por la gravedad del daño, por la magnitud del peligro.
Para fundar lo dicho, en vez de transcribir datos de la abundante información científica corriente, recurrimos a la síntesis que proponen dos filósofos que han abordado el problema.
von Wright (2) propone pensar la relación actual entre la especie humana y la naturaleza siguiendo una metáfora clásica. Hybris: la sociedad industrial hiere a la naturaleza, la explota sin límites, con arrogancia y soberbia. Némesis: la naturaleza responde con desórdenes que ya afectan a la salud misma de la especie. A esta venganza, la sociedad ofrece una defensa débil y desconcertada que se explica, más que por deficiencias técnicas, por la fragilidad moral que sigue a la ausencia de valores solidarios.
Roberto Torretti (3): “El género humano ha dejado de ser una idea abstracta - para convertirse en una sociedad concreta, unida, para mal o para bien, por un destino común“. Este puede consistir en “la aniquilación general por conflagración atómica o por el envenenamiento del ambiente o bien, en nuevas y mejores condiciones materiales de vida para todos”. Agrega: “hoy por hoy, no parece verosímil que los hombres, por esquivar la primera alternativa, renuncien a la civilización industrial que nos tienta con la segunda”. Pregunta: los términos de esta elección ¿son independientes el uno del otro? Diremos no: la tentación es el nexo entre ambos. Las nuevas y mejores condiciones materiales, mostrándose apetecibles, inducen a hacer algo que no conviene hacer, a tomar algo que no conviene tomar: lo excesivo. A la tentación se cae. Lo razonable, que no necesita ser definido por alguien externo al sujeto, sino por su propio buen juicio - se degrada en ansia desaforada (en veneno, en basura).
3. El autocontrol del daño
Moulian: después de distinguir entre el deseo que nace de la profundidad de la vida humana, y el despilfarro hedonista inducido por el sistema de la ganancia, propone: “es preciso construir una cultura que, poniendo al centro el deseo, coloca también en el centro el autocontrol”. (4)
El límite. Puede entenderse el autocontrol como la determinación del límite, y, por límite, el punto concreto, material, perceptible, en que la producción de cosas acarrea perjuicio. Percepción acrítica del daño: es la comprobación puramente sanitaria por parte de ‘los entendidos’ de una “anormalidad” que es con frecuencia de larga data; mediciones perezosas rutinarias.
El enfado. El individuo doméstico siente dentro de su propia casa el desperdicio: montones de basura. Los echa fuera, enojo contra la autoridad que no la retira. Pero aguanta, como la mayoría.
El reciclaje. Un acto higiénico que ya es una crítica primaria. El sujeto distingue entre lo necesario y el exceso, y elimina el exceso. Pero, también como la mayoría, encarga a un tercero su eliminación.
4. El conflicto de resistencia y socorro
Lo normal es el aguante, soportar con enojo, pero sin oponerse, dejando que las cosas, malas, sigan su curso. Pero hay quien no. Hay quien choca, contra la autoridad, contra la empresa, contra los vecinos incluso. Genera un conflicto muy especial: no tiene un adversario, sino múltiples agresiones simultáneas, porque los daños son de innumerables orígenes. Está cercado y debe defender todo el cerco al mismo tiempo. Entonces, si la agresión es multiforme, su fuerza propia deber ser también multiforme, plurivalente.
¿Cuál es esta fuerza? Su capacidad o fuerza de trabajo. O sea, su cuerpo activo - no el cuerpo foucauldiano medido y amarrado. Puede trabajar como resistencia, atravesándose en los caminos del dañador. Puede también limpiar y reparar - y cuando la oposición es demasiada, puede pedir socorro a sus iguales. Entre varios, romper resulta posible.
1. Situación de daño y sujeto político
Daño es, aquí, el perjuicio moral y biológico que sufre el ser humano a causa de la agresividad competitiva y de las perturbaciones ambientales que desata una cultura centrada en la obtención voraz de la máxima ganancia.
El daño es una situación de la que no escapa nadie. Tampoco las clases en pugna. La lucha de éstas puede llevar al hundimiento de la sociedad entera, si la de los explotados no discierne entre el trabajo que merece ser hecho y el que le asigna la relación de producción que produce veneno.
Mientras, podemos calificar de sujeto político a cualquier individuo de la especie humana que decida actuar de inmediato contra el daño. (1)
La inmediatez distingue a este sujeto político del “ciudadano”: el ciudadano debe esperar la mediación del Estado para actuar, lo que supone demora. Su utilidad y la de sus representantes se manifiestan cuando operan como portavoces del sujeto político en lucha.
2. La gravedad del daño
¿Por qué la inmediatez? Por la gravedad del daño, por la magnitud del peligro.
Para fundar lo dicho, en vez de transcribir datos de la abundante información científica corriente, recurrimos a la síntesis que proponen dos filósofos que han abordado el problema.
von Wright (2) propone pensar la relación actual entre la especie humana y la naturaleza siguiendo una metáfora clásica. Hybris: la sociedad industrial hiere a la naturaleza, la explota sin límites, con arrogancia y soberbia. Némesis: la naturaleza responde con desórdenes que ya afectan a la salud misma de la especie. A esta venganza, la sociedad ofrece una defensa débil y desconcertada que se explica, más que por deficiencias técnicas, por la fragilidad moral que sigue a la ausencia de valores solidarios.
Roberto Torretti (3): “El género humano ha dejado de ser una idea abstracta - para convertirse en una sociedad concreta, unida, para mal o para bien, por un destino común“. Este puede consistir en “la aniquilación general por conflagración atómica o por el envenenamiento del ambiente o bien, en nuevas y mejores condiciones materiales de vida para todos”. Agrega: “hoy por hoy, no parece verosímil que los hombres, por esquivar la primera alternativa, renuncien a la civilización industrial que nos tienta con la segunda”. Pregunta: los términos de esta elección ¿son independientes el uno del otro? Diremos no: la tentación es el nexo entre ambos. Las nuevas y mejores condiciones materiales, mostrándose apetecibles, inducen a hacer algo que no conviene hacer, a tomar algo que no conviene tomar: lo excesivo. A la tentación se cae. Lo razonable, que no necesita ser definido por alguien externo al sujeto, sino por su propio buen juicio - se degrada en ansia desaforada (en veneno, en basura).
3. El autocontrol del daño
Moulian: después de distinguir entre el deseo que nace de la profundidad de la vida humana, y el despilfarro hedonista inducido por el sistema de la ganancia, propone: “es preciso construir una cultura que, poniendo al centro el deseo, coloca también en el centro el autocontrol”. (4)
El límite. Puede entenderse el autocontrol como la determinación del límite, y, por límite, el punto concreto, material, perceptible, en que la producción de cosas acarrea perjuicio. Percepción acrítica del daño: es la comprobación puramente sanitaria por parte de ‘los entendidos’ de una “anormalidad” que es con frecuencia de larga data; mediciones perezosas rutinarias.
El enfado. El individuo doméstico siente dentro de su propia casa el desperdicio: montones de basura. Los echa fuera, enojo contra la autoridad que no la retira. Pero aguanta, como la mayoría.
El reciclaje. Un acto higiénico que ya es una crítica primaria. El sujeto distingue entre lo necesario y el exceso, y elimina el exceso. Pero, también como la mayoría, encarga a un tercero su eliminación.
4. El conflicto de resistencia y socorro
Lo normal es el aguante, soportar con enojo, pero sin oponerse, dejando que las cosas, malas, sigan su curso. Pero hay quien no. Hay quien choca, contra la autoridad, contra la empresa, contra los vecinos incluso. Genera un conflicto muy especial: no tiene un adversario, sino múltiples agresiones simultáneas, porque los daños son de innumerables orígenes. Está cercado y debe defender todo el cerco al mismo tiempo. Entonces, si la agresión es multiforme, su fuerza propia deber ser también multiforme, plurivalente.
¿Cuál es esta fuerza? Su capacidad o fuerza de trabajo. O sea, su cuerpo activo - no el cuerpo foucauldiano medido y amarrado. Puede trabajar como resistencia, atravesándose en los caminos del dañador. Puede también limpiar y reparar - y cuando la oposición es demasiada, puede pedir socorro a sus iguales. Entre varios, romper resulta posible.
5. Trabajo autónomo y comunitario
En esta situación, el sujeto, ahora político y transformador, adhiere, consciente o inconscientemente, a una regularidad histórica: Cada vez que los necesitados deben superar carencias inaplazables desentendidas por la sociedad, recurren a la realización autónoma e inmediata de su capacidad de trabajo, reproduciendo así sus vidas, no sólo de manera primaria, sino también con dignidad y belleza.
Por ejemplo, a cada mal, un trabajo asociado.
Así: ¿Enfermedad? = asociaciones de socorro mutuo
¿Explotación? = sociedades y federaciones de resistencia, mancomunales
¿Inmoralidad y vicios? = su propia educación y crítica a la religión que no entrega moral
¿Amarguras? = sociedades de recreo. (5)
Se trata de una estructura que sostiene todos los primeros movimientos de reivindicación obrera: utopismos, anarquismos, cooperativismos, etc. Un común denominador puede encontrarse en la preocupación por la cultura. Pero la multiplicidad de facetas se verá reducida y homogeneizada por el binomio partido-sindicato. Llegado el momento de enfrentar política y socialmente al fascismo, la derrota obrera se explicará en buena medida por la ausencia de las concepciones utopistas del trabajo propuestas por Fourier
(6). Estas, al concebir el esfuerzo humano como una cooperación con el desarrollo propio de la naturaleza, y no como su explotación ilimitada - sustraían al trabajo de una estructura de supremacía tecnocrática, que resultaría más útil al proyecto bélico fascista que a cualquier esfuerzo democratizador.
Gabriel Salazar (7) comprueba que la presencia de la estructura básica antes mencionada logra que sucesos tan diversos como el bandidaje popular y las sociedades mutuales operen sin embargo como antecedente de identidades de creciente autonomía cultural y fuerte consistencia histórica. Las sociedades mutuales, por ejemplo, no surgieron para inaugurar la lucha sindical, sino “para ir modelando una propuesta construida en su propia vida“. Desarrollan un trabajo “creativo “que les permite configurar un modelo de acción comunitaria que se fue proyectando hasta devenir, hacia 1918, en un poder social con capacidad de acción constituyente.
El modelo de acción comunitaria, la necesidad de acción comunitaria ha sobrevivido a todos los derrumbes. Hoy pueden llamarse neonarodnismo, ecologismo de los pobres, neo-anarquismo, consumismos libertarios, autonomismo, etc. Y bajo uno y otro nombre, el principio de resistencia y socorro mutuo.
6. Trabajo político manual
La forma práctica que toma hoy el modelo comunitario es el experimento: el cambio que expresa la vida cotidiana cuando se introduce en ella el valor de la solidaridad, de la autoayuda y el socorro mutuo, sobre todo “con mucho trabajo manual“: Mellado (8)
Primero el alimento
El mismo Mellado: ¿qué se va a comer en el invierno?
En un mural se podía leer hace poco: “llegará el día en que te des cuenta que no puedes comer billetes“
Hay que pensar como si ya estuviéramos en ese día - preparados.
Atender a la agricultura, ya sea campesina o urbana (diga lo que diga el respetado Samir
Amin). Cada día se sabe de más huertos familiares, de barrio, de permacultura, etc.: todas ellas experiencias de solidaridad manual.
Todas estas actividades sirven además para combatir el miedo. Maturana (9) define el miedo como un espacio de sucesos sin acciones posibles. Hay mil acciones posibles y cada vez son más las que culminan en práctica habitual. A más acciones, menos miedo.
7. Giros hacia
No se puede renunciar de golpe a toda la civilización industrial. Pero sí es posible, juntando las resistencias que ya existen, instalar ciertas reflexiones que hasta ahora se evaden. Lo que se logre abrirá caminos hacia una manera distinta de organizarnos. Se pueden considerar fundamentales las siguientes direcciones: una pausa tecnológica, una consideración de la historia natural, y la reflexión política.
Una pausa tecnológica
Maturana: “pero no ahora“(9). A la larga, es bueno conocer todos los problemas relacionados con la fertilización y la implantación del óvulo en la especie humana. Pero no ahora, cuando van a ser usados de manera mercantil.
Bunge: “La tecnología tiene que ser más conservadora que la ciencia“. Los escándalos de los medicamentos mutagénicos de los años 60 pueden repetirse si el paso de la investigación pura a la aplicada y de ésta a la producción, se efectúa con la sola regulación de la rapidez, propia de la tecnología (10)
La historia natural
El problema lo expone Sebald: “Entre Historia e Historia Natural“(11). Podemos preguntarnos cuándo la historia natural puede predominar sobre la humana. Con seguridad, en los momentos de las más graves catástrofes, cuando seres de nuestra especie son aniquilados.
Pero los relatos recopilados por Sebald se refieren a una situación específica: la destrucción total e innecesaria de ciudades alemanas de ninguna importancia, cuando el fin de la II Guerra Mundial era ya inminente.
En el momento de la aniquilación, los sobrevivientes no saben de verdad qué ha pasado. Recurren a automatismos patéticos: la encargada del cine destruido sólo atina a pensar en el programa que debe exhibir a las 2 de la tarde, como todos los domingos. En esos instantes no se puede saber aún qué especie resultará la dominante después de la catástrofe: si la humana, estupefacta, que no sabe qué decir o hacer, o alguna de las más repulsivas de la escala de lo vivo, que la historia natural ya ha diseminado.
¿Por qué se destruye lo que ya no tiene importancia? ¿Por qué se mata a quien ya no puede matar?
No por locura. O no, al menos, por una locura corriente. En medio de toda esa sinrazón, operaba en su extremo la racionalidad del capitalismo que fabrica: todo lo producido debe consumirse. Un general estadounidense de brigada aérea dijo: “en definitiva las bombas eran mercancías costosas que no se podían lanzar sobre las montañas o en un campo abierto después de todo el esfuerzo que había costado fabricarlas“
Habría que crear una “commonwealth“ con la Naturaleza, nombrando a la Ciencia Honesta como la persona ficticia que la represente en un contrato en que nuestra especie, procurando su propia preservación, restrinja sus excesos. ¿Sueño, abuso de las palabras? Sí - pero en ningún caso locura.
Ante todo, reconocer la urgencia, establecer una correspondencia sensata entre los ritmos de cada historia. Todavía en 1949, Jaspers podía decir que la historia de la naturaleza es infinitamente lenta si se la mide por la escala humana. Los cambios de la humanidad son, por el contrario “rápidos y conscientes“(12)
Ya no. Hoy los científicos serios señalan que las decisiones políticas son exasperantemente lentas frente a la rapidez insólita de los cambios naturales. Ahora sí que hacen falta cambios “rápidos y conscientes“(13)
La reflexión política
Hay que volver a examinar cuestiones viejas. El Estado, por ejemplo, al que secularmente se mira con prevención: desde el relato bíblico de Samuel hasta las teorías que piensan cómo se extinguirá.
Entonces ¿por qué Estado hoy?
Porque así como el ciudadano y sus representantes pueden operar como altavoces del sujeto político preocupado del problema esencial de hoy - la supervivencia de la especie es factible que el Estado sirva de multiplicador del esfuerzo autónomo. No es difícil encontrar agentes y subsistemas que, con diversos grados de verdadero interés, acepten dar importancia al problema esencial y puedan entender que el Estado se legitima cuando se asigna prioridades correspondientes a los peligros de hoy.
Si tales prioridades se establecen, el Estado puede dejar de ser un obstáculo para el desenvolvimiento del proceso de preguntas-y-respuestas que conducen hasta la verdadera raíz de la inhabilidad colectiva: el dominio del capital sobre los intercambios necesarios del mercado.
Podría ser útil la proposición que sigue:
Constitución Política. Artículo primero.
La finalidad primordial del Estado de Chile y la justificación actual de su existencia consisten en adecuar la sociedad a los graves cambios naturales ya producidos en el planeta y en asegurar la subsistencia igualitaria y solidaria de sus habitantes tras las desgracias colectivas que puedan afectarlos.
La Primera Magistratura asegurará que las políticas públicas se atengan rigurosamente a tal prioridad y, asimismo, promoverá el desarrollo de un sector de la economía que integre a las asociaciones de trabajo autónomo y artesanal, orientadas a producir para el consumo directo, y al progreso cultural de sus miembros.
Referencias
1. Marx-Engels. Manifiesto del Partido Comunista. “lucha (de clases) que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases en pugna
2. von Wright, G. Vetenskapen och förnuftet (Ciencia y Razón)
3. Torretti, R. 1971. Filosofía de la Naturaleza. Introducción.
4. Moulian, T. 1998. El consumo me consume
5. Recabarren, L. E. 2010. Ricos y pobres. LOM (25)
6. Benjamin, W. 2009. La dialéctica en suspenso. LOM. Traducción, introducción, Pablo Oyarzún Robles.
7. Salazar, G. 2012 Movimientos sociales en Chile - Trayectoria histórica y proyección política.
8. Mellado, M. 2009. Micropolíticas. Punto Final No 684.
9. Maturana, H. Entrevistado en Todos Queríamos Ser Verdes. 1994.
10. Bunge, M. 1983. La investigación científica. (709)
11. Sebald, N. G. 2007. Campo Santo. (64-91)
12. Jaspers, K. 1953. Origen y meta de la Historia.
13. Dörr, O. Catástrofe Ecológica en Marcha. El Mercurio, 25/5/2015: A2.
En esta situación, el sujeto, ahora político y transformador, adhiere, consciente o inconscientemente, a una regularidad histórica: Cada vez que los necesitados deben superar carencias inaplazables desentendidas por la sociedad, recurren a la realización autónoma e inmediata de su capacidad de trabajo, reproduciendo así sus vidas, no sólo de manera primaria, sino también con dignidad y belleza.
Por ejemplo, a cada mal, un trabajo asociado.
Así: ¿Enfermedad? = asociaciones de socorro mutuo
¿Explotación? = sociedades y federaciones de resistencia, mancomunales
¿Inmoralidad y vicios? = su propia educación y crítica a la religión que no entrega moral
¿Amarguras? = sociedades de recreo. (5)
Se trata de una estructura que sostiene todos los primeros movimientos de reivindicación obrera: utopismos, anarquismos, cooperativismos, etc. Un común denominador puede encontrarse en la preocupación por la cultura. Pero la multiplicidad de facetas se verá reducida y homogeneizada por el binomio partido-sindicato. Llegado el momento de enfrentar política y socialmente al fascismo, la derrota obrera se explicará en buena medida por la ausencia de las concepciones utopistas del trabajo propuestas por Fourier
(6). Estas, al concebir el esfuerzo humano como una cooperación con el desarrollo propio de la naturaleza, y no como su explotación ilimitada - sustraían al trabajo de una estructura de supremacía tecnocrática, que resultaría más útil al proyecto bélico fascista que a cualquier esfuerzo democratizador.
Gabriel Salazar (7) comprueba que la presencia de la estructura básica antes mencionada logra que sucesos tan diversos como el bandidaje popular y las sociedades mutuales operen sin embargo como antecedente de identidades de creciente autonomía cultural y fuerte consistencia histórica. Las sociedades mutuales, por ejemplo, no surgieron para inaugurar la lucha sindical, sino “para ir modelando una propuesta construida en su propia vida“. Desarrollan un trabajo “creativo “que les permite configurar un modelo de acción comunitaria que se fue proyectando hasta devenir, hacia 1918, en un poder social con capacidad de acción constituyente.
El modelo de acción comunitaria, la necesidad de acción comunitaria ha sobrevivido a todos los derrumbes. Hoy pueden llamarse neonarodnismo, ecologismo de los pobres, neo-anarquismo, consumismos libertarios, autonomismo, etc. Y bajo uno y otro nombre, el principio de resistencia y socorro mutuo.
6. Trabajo político manual
La forma práctica que toma hoy el modelo comunitario es el experimento: el cambio que expresa la vida cotidiana cuando se introduce en ella el valor de la solidaridad, de la autoayuda y el socorro mutuo, sobre todo “con mucho trabajo manual“: Mellado (8)
Primero el alimento
El mismo Mellado: ¿qué se va a comer en el invierno?
En un mural se podía leer hace poco: “llegará el día en que te des cuenta que no puedes comer billetes“
Hay que pensar como si ya estuviéramos en ese día - preparados.
Atender a la agricultura, ya sea campesina o urbana (diga lo que diga el respetado Samir
Amin). Cada día se sabe de más huertos familiares, de barrio, de permacultura, etc.: todas ellas experiencias de solidaridad manual.
Todas estas actividades sirven además para combatir el miedo. Maturana (9) define el miedo como un espacio de sucesos sin acciones posibles. Hay mil acciones posibles y cada vez son más las que culminan en práctica habitual. A más acciones, menos miedo.
7. Giros hacia
No se puede renunciar de golpe a toda la civilización industrial. Pero sí es posible, juntando las resistencias que ya existen, instalar ciertas reflexiones que hasta ahora se evaden. Lo que se logre abrirá caminos hacia una manera distinta de organizarnos. Se pueden considerar fundamentales las siguientes direcciones: una pausa tecnológica, una consideración de la historia natural, y la reflexión política.
Una pausa tecnológica
Maturana: “pero no ahora“(9). A la larga, es bueno conocer todos los problemas relacionados con la fertilización y la implantación del óvulo en la especie humana. Pero no ahora, cuando van a ser usados de manera mercantil.
Bunge: “La tecnología tiene que ser más conservadora que la ciencia“. Los escándalos de los medicamentos mutagénicos de los años 60 pueden repetirse si el paso de la investigación pura a la aplicada y de ésta a la producción, se efectúa con la sola regulación de la rapidez, propia de la tecnología (10)
La historia natural
El problema lo expone Sebald: “Entre Historia e Historia Natural“(11). Podemos preguntarnos cuándo la historia natural puede predominar sobre la humana. Con seguridad, en los momentos de las más graves catástrofes, cuando seres de nuestra especie son aniquilados.
Pero los relatos recopilados por Sebald se refieren a una situación específica: la destrucción total e innecesaria de ciudades alemanas de ninguna importancia, cuando el fin de la II Guerra Mundial era ya inminente.
En el momento de la aniquilación, los sobrevivientes no saben de verdad qué ha pasado. Recurren a automatismos patéticos: la encargada del cine destruido sólo atina a pensar en el programa que debe exhibir a las 2 de la tarde, como todos los domingos. En esos instantes no se puede saber aún qué especie resultará la dominante después de la catástrofe: si la humana, estupefacta, que no sabe qué decir o hacer, o alguna de las más repulsivas de la escala de lo vivo, que la historia natural ya ha diseminado.
¿Por qué se destruye lo que ya no tiene importancia? ¿Por qué se mata a quien ya no puede matar?
No por locura. O no, al menos, por una locura corriente. En medio de toda esa sinrazón, operaba en su extremo la racionalidad del capitalismo que fabrica: todo lo producido debe consumirse. Un general estadounidense de brigada aérea dijo: “en definitiva las bombas eran mercancías costosas que no se podían lanzar sobre las montañas o en un campo abierto después de todo el esfuerzo que había costado fabricarlas“
Habría que crear una “commonwealth“ con la Naturaleza, nombrando a la Ciencia Honesta como la persona ficticia que la represente en un contrato en que nuestra especie, procurando su propia preservación, restrinja sus excesos. ¿Sueño, abuso de las palabras? Sí - pero en ningún caso locura.
Ante todo, reconocer la urgencia, establecer una correspondencia sensata entre los ritmos de cada historia. Todavía en 1949, Jaspers podía decir que la historia de la naturaleza es infinitamente lenta si se la mide por la escala humana. Los cambios de la humanidad son, por el contrario “rápidos y conscientes“(12)
Ya no. Hoy los científicos serios señalan que las decisiones políticas son exasperantemente lentas frente a la rapidez insólita de los cambios naturales. Ahora sí que hacen falta cambios “rápidos y conscientes“(13)
La reflexión política
Hay que volver a examinar cuestiones viejas. El Estado, por ejemplo, al que secularmente se mira con prevención: desde el relato bíblico de Samuel hasta las teorías que piensan cómo se extinguirá.
Entonces ¿por qué Estado hoy?
Porque así como el ciudadano y sus representantes pueden operar como altavoces del sujeto político preocupado del problema esencial de hoy - la supervivencia de la especie es factible que el Estado sirva de multiplicador del esfuerzo autónomo. No es difícil encontrar agentes y subsistemas que, con diversos grados de verdadero interés, acepten dar importancia al problema esencial y puedan entender que el Estado se legitima cuando se asigna prioridades correspondientes a los peligros de hoy.
Si tales prioridades se establecen, el Estado puede dejar de ser un obstáculo para el desenvolvimiento del proceso de preguntas-y-respuestas que conducen hasta la verdadera raíz de la inhabilidad colectiva: el dominio del capital sobre los intercambios necesarios del mercado.
Podría ser útil la proposición que sigue:
Constitución Política. Artículo primero.
La finalidad primordial del Estado de Chile y la justificación actual de su existencia consisten en adecuar la sociedad a los graves cambios naturales ya producidos en el planeta y en asegurar la subsistencia igualitaria y solidaria de sus habitantes tras las desgracias colectivas que puedan afectarlos.
La Primera Magistratura asegurará que las políticas públicas se atengan rigurosamente a tal prioridad y, asimismo, promoverá el desarrollo de un sector de la economía que integre a las asociaciones de trabajo autónomo y artesanal, orientadas a producir para el consumo directo, y al progreso cultural de sus miembros.
Referencias
1. Marx-Engels. Manifiesto del Partido Comunista. “lucha (de clases) que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases en pugna
2. von Wright, G. Vetenskapen och förnuftet (Ciencia y Razón)
3. Torretti, R. 1971. Filosofía de la Naturaleza. Introducción.
4. Moulian, T. 1998. El consumo me consume
5. Recabarren, L. E. 2010. Ricos y pobres. LOM (25)
6. Benjamin, W. 2009. La dialéctica en suspenso. LOM. Traducción, introducción, Pablo Oyarzún Robles.
7. Salazar, G. 2012 Movimientos sociales en Chile - Trayectoria histórica y proyección política.
8. Mellado, M. 2009. Micropolíticas. Punto Final No 684.
9. Maturana, H. Entrevistado en Todos Queríamos Ser Verdes. 1994.
10. Bunge, M. 1983. La investigación científica. (709)
11. Sebald, N. G. 2007. Campo Santo. (64-91)
12. Jaspers, K. 1953. Origen y meta de la Historia.
13. Dörr, O. Catástrofe Ecológica en Marcha. El Mercurio, 25/5/2015: A2.